La Luz, que es el color, es la protagonista principal y única de la pintura de este artista y tal vez por eso Sanz es atraído hacia los grandes espacios vacios, ya se trate del mar, ya se trate del campo más despojado, incluso desprovisto de sombras.
Su representación es cada vez más despojada, más espiritual, alejada de la concentración de la línea que es la presencia de la realidad al tacto.
Obsérvese la despreocupación que el pintor siente por precisar los límites de los objetos. La corporeidad viene indicada simplemente por el cambio de la luz, y así la siguiente imagen viene a emplazar donde buenamente termina la pincelada del color contiguo.
Goloso de esta pasta colorista, sabrosa y bien cocinada que cubre sus telas, vigorosamente extendida, en esta exposición claramente se observa una notable evolución en la consecución de tonos y matices que afinan y matizan más su paleta, características de sienas i ocres, derrotando hacia delicados grises, malvas y cárneos en sensibles gradaciones.
La pintura de este artista produce una duradera impresión debido al fuerte carácter que posee y a su importante facultad de expresión, resultado inevitable de un vigoroso temperamento sanguíneo.
El arte de Sanz evidentemente maduro, se enriquece con mayor diversidad visual y se afianza en su carácter bien definido.
JOAN VILARO
En periódico “Manresa”
21 de Mayo de 1975
Lluís Sanz Torradeflot 