La magia pende de la luz cuando la luz es magia.
Creo que la magia pende de la capacidad humana y no existe si no se hace. Lluís Sanz Torradeflot posee esta capacidad y la irradia en sus pinturas como éter cósmico y extasiante. Su contemplación es como respirar profundamente el Mediterráneo, con su murmullo y su placer. Con su atmosfera espesa y influyente.
Profundizar en la capacidad técnica de este artista es como trillar el trigo limpio; no hay dudas que despejar. Lluís Sanz Torradeflot emplea los sentimientos y sus obras se concluyen, por tanto, limpias y transparentes.
Coge la luz y la distribuye con sensible generosidad; vibrante y mansa. Profunda y cercana, pero siempre envolvente y justa en razón de la anécdota. Y así, es como la ilusión óptica que emana de las transparencias cromáticas, nos ofrece unas barcas sublimizadas; navegantes del reposo y guardianas del espacio. El aire pasa libre y mueve campos de tierra adentro y también, el polvo de una Castilla que surge en la colección testimoniando el poder de captación de un artista convincente.
Rafael L. Pozo
Gener 1987